¿Qué pasó con el equipo?

En marzo de 2020 cerramos temporalmente la agencia sin saber cuanto tiempo iba a durar la pandemia. La principal preocupación era qué hacer con nuestro staff. Rápidamente decidimos que no íbamos a dejar a nadie colgado, y que para bien o para mal, uniríamos nuestros destinos.

Adoptamos una economía de guerra. Todo el staff se trasladó a vivir a mi casa, ahorrándose así costos de alquiler, electricidad y agua, y además, donde comen dos pueden comer 5. Así fue, vivimos todos en mi casa durante más de año y pico.

La agencia pagó los sueldos completos los primeros dos meses. A partir de allí, el equipo pasó a recibir una cantidad mensual para sus gastos. Sin pagar alquiler, electricidad, agua y comida, con muy poco podían sufragar sus gastos. Todo ello salió de los ahorros del que escribe.

Hoy, 31 de enero de 2022, puedo decir orgulloso que todo el equipo continua con nosotros en la agencia y en los nuevos proyectos, y también estoy orgulloso de lo que hemos logrado desde que comenzó la pandemia.

Carlos Jalón

¿Qué hemos hecho?

En marzo de 2020, el equipo de Flexible Travel se trasladó a vivir a mi casa. La gran preocupación era quedarnos parados. Los problemas lógicos derivados de una convivencia juntos, sin nada que hacer y con perspectivas económicas poco halagüeñas, podían hacer saltar al grupo en mil pedazos. Así que nos pusimos manos a la obra e hicimos todo aquello que se nos iba ocurriendo por absurdo que pudiera parecer. Echamos una mano a los bomberos que luchaban contra el fuego en el Doi Suthep, fabricamos y repartimos en hospitales mascarillas.

En abril de 2020 hubo un punto de inflexión. Tras varios meses con el país cerrado y la industria turística parada, empezaron a crearse lo que se denominó las colas de hambre. Algunas personas repartían lo que podían a las que se habían quedado sin trabajo y sin recursos. Por primera vez en muchos años, en Tailandia empezaba a ser habitual la gente que no tenía un plato de arroz que llevarse a la boca.

Nos pusimos manos a la obra. Buscamos financiación, voluntarios, un sitio para cocinar y otro para repartir, y en menos de una semana comenzamos a repartir sets de alimentos.

Durante 59 días, íbamos a comprar al mercado a las 9 de la mañana. Con los ingredientes nos desplazábamos al lugar donde se cocinaba. Después, había que empaquetar la comida para ser entregada. Se trasladaban todos los pequeños paquetes al lugar donde se repartían, y a las 16:00 se comenzaba el reparto. Para todas estas laboras hubo cerca de 20 voluntarios, aunque el peso principal del proyecto lo llevábamos el equipo de Flexible Travel.

Compramos, cocinamos, empaquetamos y repartimos más de 5 toneladas de alimentos, 300 litros de aceite, 3.485 huevos, 3.140 kilos de fruta y más de 4.000 botellas de agua, repartidas en más de 16.000 sets de alimentos.

Tras dos meses de intenso trabajo, todo el equipo estaba agotado, física y mentalmente. Después de repartir 300 raciones, resultaba frustrante tener que decir que no había a la persona 301. Era un proyecto que superaba con creces nuestras capacidades.

Y así surgió la idea de abrir un restaurante, el Chicken Embassy. Si podíamos cocinar, empaquetar y distribuir en un mismo sitio, podíamos reanudar el proyecto.

Entre tanto, hemos distribuido arroz y mantas, tanto en Tailandia como en Myanmar. Solo en las pasadas navidades, repartimos 2.600 kilos de arroz y casi 700 mantas. Hemos llegado a un orfanato en Chiang Mai, a aldeas en Mae Sariang, a pequeños asentamientos karen en el Doi Inthanon, a campos de refugiados en Tailandia y a desplazados internos en Myanmar.

Desde enero de 2020 hasta ahora, hemos llevado en varias expediciones, alrededor de 15 toneladas de materiales que fueron entregadas a desplazados internos en Myanmar. En muchos de estos viajes, las personas se llegan a jugar la vida, literalmente, al entrar en un país inmerso en una guerra civil provocada por un golpe de estado.

Carlos Jalon

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Chiang Mai Free Food Proyect

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Chicken Embassy